Cuando acabó el encuentro del miércoles, justo al final del ‘Clásico’, la sensación de muchos era que había terminado un maravilloso partido de fútbol disputado por los dos mejores equipos del mundo, que lo habían dado todo por conseguir un buen resultado para la vuelta. Vimos a un Real Madrid atrevido y agresivo al principio, después a un Barça dominador liderado por la omnisciencia de Iniesta, a los dos genios del fútbol, Cristiano y Messi, apartados de los primeros focos por el juego colectivo y por la consagración de Raphaël Varane.
Pero apenas unas horas después del pitido del árbitro, el fútbol pasó a un segundo plano para volver, una vez más, a hablar de marrullerías, de declaraciones fuera de tono y demás temas que ensombrecen el espectáculo visto en estas semis de Copa. Unos hablaban sobre la “mala” actuación del colegiado, mientras que otros se centraban en un supuesto enfrentamiento entre Arbeloa y Messi. Bravuconadas.
¿No sería mejor centrarnos en analizar por qué el Real Madrid cedió el control del partido al Barcelona? ¿O saber cómo consiguieron los blancos hacerle daño a los culés por el costado de Jordi Alba? ¿O alabar el gran encuentro de un Dani Alves que parecía olvidado? ¿O hablar de qué estilo de juego beneficiará a cada equipo en la vuelta?
Hablemos de fútbol, por favor.
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